Los embarazos adolescentes en Aguascalientes siguen siendo de las principales razones de deserción de las mujeres en educación básica (secundaria y bachillerato) en edad de 14 a 17 años, según la última consulta Infantil y Juvenil del Instituto Nacional Electoral 2019. En el marco del Día Nacional para la Prevención del Embarazo Adolescente, la regidora perredista Juanis Martínez Meléndez, reitera la urgente necesidad de una verdadera coordinación entre los tres niveles de gobierno para combatir y prevenir este fenómeno que tanto afecta a la sociedad.
Como presidenta de la Comisión de Igualdad y Género atiende en promedio de 5 a 10 jóvenes adolescentes al mes, que solicitan apoyo económico para alimentación, ya que, al no contar con estudios ni formación para el trabajo, es difícil mantenerse a ellas y a sus hijos. “Es una problemática grave que en lugar de ir a la baja se eleva, lo que muestra la nula efectividad de los programas de gobierno, por eso tenemos que mirar hacia la verdadera raíz, rediseñar estrategias, pero sobre todo, entender que se requieren de políticas públicas integrales de largo alcance”.
A su vez recordó que la educación basada en estereotipos y prejuicios ha causado que la mujer sea la única responsable del embarazo, dejando de lado al padre que comúnmente se aleja y abandona, porque son tan jóvenes que no tienen la madurez para formar una familia, y solo se unieron por deseo de tener actividad sexual, “hay mucha problemática alrededor que no solo es de salud, las familias tienen un papel vital para prevenir tanto los embarazos no deseados como las violencias generadas por una falta de educación sexual”.
La especialista en educación sexual integral, Verona Valencia García, enfatizó en que los efectos secundarios de un embarazo adolescente son mucho más agresivos para las madres, a ellas se les restringen todos sus derechos, se les saca de la escuela y no permiten que sigan estudiando, se les culpa de todo en la familia, se convierten en las trabajadoras domésticas de la casa para compensar “el error”; incluso se les restringe su libertad al no dejarla salir sino va acompañada de alguien de la familia y con el bebé, “por eso pasa que cuando ella tiene la posibilidad de salir y ejercer su libertad generalmente vuelve a tener relaciones sexuales sin protección y vuelve a quedar embarazada, es un círculo de violencia muy arraigado”.
Uno de los componentes vitales para su atención y prevención es lo comunitario, por lo que considera que el sistema gubernamental deberá apostarle a tejer redes con la comunidad y crear replicadores de la educación sexual integral; enfocarse en las áreas geográficas con mayor incidencia en embarazos adolescentes con programas que vayan más allá de los trienios y sexenios, “necesitamos gente comprometida con el combate a esta problemática, que sobrepasen los gobiernos en turno, porque para que exista una verdadera efectividad se necesitan años de trabajo con personal capacitado, con la comunidad y un equipo sectorial”.
Valencia García hizo un llamado a la población a no temerle a la educación sexual integral científica y laica, puesto que la prevención de infecciones de transmisión sexual, embarazos no planeados y múltiples tipos de violencia (sobre todo la sexual) se logra con una educación mucho tiempo antes de que comience la pubertad, “una ESI que toque lo emocional, afectivo, biológico, social, desde la perspectiva de género, da la posibilidad de un retraso en la vida sexual activa de las y los adolescentes, o bien, si deciden iniciar su vida sexual tan jóvenes, que tengan toda la información con métodos anticonceptivos reales sin tabúes ni mitos que permitan prevenir los embarazos y la propagación de las ETS”.