Un grupo de jóvenes de Craiova, pequeña ciudad enclavada en una región agrícola de Rumania, aprendieron todo lo que pudieron sobre tecnología bancaria y construyeron un negocio de cajeros automáticos. Pronto operaban en Europa, Asia y América. Invirtieron sus ganancias en nuevas tecnologías y en mano de obra calificada. Contrataron ingenieros inteligentes del sector tecnológico rumano, en pleno crecimiento.
Este grupo de rumanos hizo una importante inversión en México y la historia sería de éxito si no fuera porque este grupo de rumanos eran “skimmers”, gente que roba información de tarjetas bancarias insertando dispositivos o software ilegales en los cajeros automáticos. Su líder no era un CEO, era Florian Tudor, una figura del mundo criminal apodada “El Tiburón”. Y cuanto más grande era su negocio, más crímenes tenían que cometer para que siguiera creciendo: lavado de dinero, intimidación, soborno e incluso, presuntamente, asesinato.
Hoy, según la policía y exintegrantes de la banda, son uno de los mayores grupos criminales de “skimming” del mundo, pues controlan cerca de 10% de un mercado global de 2 mil millones de dólares.
OCCRP (Organized Crime and Corruption Reporting Project) y sus socios Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad y Quinto Elemento Lab revisaron miles de documentos, entrevistaron a personas en tres continentes, rastrearon redes sociales y ordenaron este rompecabezas sobre la delincuencia transnacional. A pesar de que los agarraron en más de una oportunidad, la banda ha seguido operando en el mundo entero, sin que se vislumbre el final de sus operaciones ilícitas.