El Gobierno de Madagascar ha decidido que no se suscribirá, de momento, a la iniciativa global para la distribución de la vacuna contra la COVID-19 por sus dudas sobre la eficacia del medicamento y por el escepticismo reinante entre las autoridades y la población sobre la práctica de la vacunación.
El Consejo de Ministros malgache así lo ha decidido en una reunión mantenida esta semana, en la que rechazó incorporarse al mecanismo Covax Facility, diseñado por la Alianza Mundial para las Vacunas (GAVI), y que permitiría a Madagascar, junto a otros 92 países en vías de desarrollo, acceder a dosis subvencionadas de vacunas tan pronto como estén disponibles.
El presidente del país, Andry Rajoelina, es un escéptico declarado de las vacunas y desde el principio de la crisis se ha dedicado a fomentar el uso de “remedios tradicionales” no demostrados, como la misteriosa poción Covid Organics, cuya eficacia ha sido puesta en duda incluso desde organizaciones médicas malgaches.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha advertido contra el uso de remedios contra el coronavirus que no hayan sido sometido a ensayos clínicos que demuestren su “eficacia” y la ausencia de “efectos secundarios adversos”, tras la polémica por este tónico basado en artemisa comercializado promovido por su presidente.
Según fuentes de Radio Francia Internacional, sus asesores todavía están intentando convencer al mandatario de que se suscriba a la iniciativa antes de la fecha límite del 7 de diciembre, teniendo en cuenta además de que el país puede retirarse si cambia de opinión.
El país ha registrado hasta el momento 17.310 contagios y 250 fallecidos. Por su parte, GAVI ha informado de que aún no ha recibido notificación de decisión alguna por las autoridades malgaches, al frente de un país con las peores tasas de vacunación del mundo hasta el punto de que fue uno de los últimos cuatro en recibir la vacuna contra la polio, enfermedad de la que siguió registrando casos hasta 2018.